martes, 24 de noviembre de 2009

A los gritos en la antesala de audiometría


Ayer fue un día complicado por la llovizna matinal y la humedad que trepó a más de 80% por la tarde.

Sala de espera. Acompañé a mi mamá a hacerse una audiometría en un instituto de otorrinolaringología. Mi mamá tenía un turno a la hora señalada pero "con espera", es decir que la atención no iba a ser puntual sino que teníamos que armarnos de paciencia y esperar.

En la espera monótona, el silencio comenzó a escasear. Un niño que esperaba ser llamado para realizarse un estudio comenzó con el berrinche. Gritos van y vienen y su madre que sólo se limitaba a jugar con un teléfono celular.
Sí, señores encontramos una madre más que no tiene capacidad de asombro ante los gritos de su hijo -tal vez- ¿único? Una madre anestesiada.

¿El niño era sordo? Según mi criterio todo indicaba que el niño tal vez tuviera problemas auditivos ya que sus gritos prosiguieron una vez que salió de hacerse el estudio. El nene continuó con gritos, corridas incesantes por todo el hall de espera y su madre continuó paciente.

Hubo gente que protestó, otros no dijeron nada porque no escucharon. Los demás toleraron lo más que se pudo como suele ocurrir en lugares públicos en donde hay niños que al menos se sienten como si estuviesen en su casa o sólo junto a su familia.

Cansador. Es más aconsejable resistir los ruidos de un martillo neumático rompiendo las veredas de la ciudad que tolerar a ese niño con sus gritos molestos que interrumpieron la siesta de a ratos de algunos pacientes fatigados por el calor y la humedad.

Había otros niños en el centro de otorrinolaringología pero ellos se mantuvieron imperceptibles ante la insurrección del niño fatigoso.




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